Con una población estimada de 1,6 millones de
personas, G.E. es uno de los países más jóvenes del África Central. La mayoría
de sus habitantes son extremadamente jóvenes, y aunque un elevado porcentaje
sea menor de 25 años, con lo que eso podría suponer para impulsar el desarrollo
económico y social del país, hoy los guineocuatorianos son más pobres y viven
en situaciones críticas y agónicas.
Casi dos años desde que se inició dicha
actividad de gran carácter altruista, se sospecha que la gestión de nuestros
representantes en sectores determinados pueda ser cuestionable. La lucha contra
la corrupción, sigue presentando lagunas. Su opción por la vía judicial,
investigando ciertos casos de corrupción que han llevado a algunos de los encausados
a ser juzgados y condenados, se ha demostrado, con el tiempo, incapaz de producir
los efectos deseados porque no se ha visto acompañada por la promoción de la transparencia
en la gestión de asuntos públicos.
Muchos con más influencias que otros, han
aprovechado la coyuntura para acusar a los demás de corruptos y ladrones en
temas determinados asociados al dinero malversado en sectores determinados.
Otros, al contrario, empresas en concreto,
han sido bastantes lúcidos y crueles, al aprovechar la desgracia que nos atañe,
inflando estratosféricamente los precios de los productos de primera necesidad, y obligando
así al pueblo a pasar hambre con claras intenciones maléficas. Esta corrupción y la
falta de transparencia explican que la
inmensa mayoría de los guineoecuatorianos
sean pobres a pesar de vivir en un país con enormes posibilidades económicas.
El hambre es otra arma letal en Guinea, un
país de grandes paradojas. Hoy en día, existen numerosas familias que no están en
condiciones de comprar lo fundamental para subsistir sin tener que asociarse
con otra unidad familiar en el llamado “fenómeno del socio”, por el que varias
personas ponen en común su dinero para comprar productos alimenticios y luego
repartírselos equitativamente. Ante la imposibilidad de vivir del sueldo
mensual, lo que esperaban los funcionarios era una subida del salario mínimo, pero
los ejecutivos han sido bastante claros, no queda dinero en las arcas del
Estado y para sobrevivir tendremos que pagar impuestos.
¿Con qué pagamos los impuestos si no nos
llega para comer?
Nuestra sociedad atraviesa una profunda
crisis socioeconómica y financiera y nos esperan años difíciles, aunque muchos digan
lo contrario. Parece que nuestros expertos se han quedado sin soluciones para
hacer frente a la crisis que sufre el país desde hace un par de años. Y a pesar
de los distintos discursos de prosperidad, cada día se ven más personas en
vertederos y basureros en busca de alimentos.
Mientras la gran mayoría de la población
lucha por sobrevivir día a día, hay un contingente reducido que despilfarra el
dinero público en coches de lujo, casas millonarias y otros bienes y servicios,
poniendo en peligro el futuro de las generaciones venideras y postergando los
sueños de miles de ciudadanos.
Esta situación ha ocasionado que un número
considerable de ciudadanos guineoecuatorianos elijan, casi obligados, en busca
de mejores condiciones de vida, ya no fuera del continente como en lo común se
hacía, sino en países vecinos nuestros abocados al fracaso como nosotros, pero
con una luz de esperanza al menos en el sector de la alimentación. “Gabón
vuelve a presentarse como la vejez dorada”.
Este fenómeno nos da una idea aproximada de
la del agujero económico causado por la pobreza, al que se le añade el
despilfarro social, es decir, el menor apetito y voluntad de ser productivos, y
el daño psicológico, considerado como el tiempo que las personas tardan en
recuperar la voluntad de volver a vivir integrados en la sociedad.
Las relaciones entre pobreza, crecimiento
económico y distribución de la renta están demostradas por la teoría de desarrollo
económico y por una gran cantidad de pruebas empíricas. Sin un crecimiento
importante de la economía, una mejora significativa de las pautas y modelos de
la distribución de la renta nacional y un aumento del empleo, la inmensa
mayoría de la población guineoecuatoriana se mantendrá en niveles inaceptables
y socialmente peligrosos de indigencia económica y marginación social.
La situación del país es el resultado de casi
una década de recesión económica continuada, cuyos efectos siguen desgarrando
el tejido social del país. Por tanto, la lucha contra la corrupción que
objetivamente es buena, puede acabar siendo un espejismo si sus objetivos no
van encaminados en beneficio de la población.
Benedicto Mitogo