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África debe despertarse del sueño. El salto que debe hacerse desde la Diplomacia


Mariano Nguema Esono Medja.

Diplomático, periodista y profesor universitario.

 

Quisiera empezar este artículo honrando al Cardenal Richelieu por su obra maestra en la esfera internacional la famosa Raison d’État, quien entiende que todo Estado debe priorizar sus intereses nacionales en el ámbito de las Relaciones Internacionales por encima de cualquier consideración moral. Una gran verdad, aquellos que han entendido esta filosofía saben bien que en la Diplomacia no existen los llamados buenos amigos ni hermanos, existen personas y Estados con intereses propios, aquí nadie es buen samaritano porque haga chistes ni me visite a menudo, aquí de lo que se trata es que cada uno busca su mayor provecho posible. Una verdad irrefutable.

Decían dos de mis mejores profesores de Relaciones Internacionales Celestino del Arenal y Antonio Sanahuja, que el problema de las Relaciones Internacionales radica en el hecho de “Quién dice qué cosa y con qué propósito”. Han pasado muchos años reflexionando sobre este principio y ahora con humildad puedo decir que lo he comprendido a fondo como debería ser. Ciertamente en la esfera internacional hay que saber quién dicta y establece las reglas de juego y cuál es, en el fondo, su visión. Por lo tanto, quien quiera que sea, lo cierto es que a día de hoy la realidad internacional es cambiante. No es cambiante porque sea nuevo, para nada. Es cambiante porque estamos volviendo a lo mismo, la historia es la madre de la vida.

Si hacemos una mirada retrospectiva a lo largo de la historia nos daremos cuenta de que siempre ha habido grandes imperios, súper potencias que han dominado el mundo, pero que, con el tiempo, van perdiendo su fuerza y valor y otros se hacen con el relevo y así sucesivamente.

No muy lejos de la fecha en la que se escribe este artículo, hace poco tiempo atrás que Estados Unidos cogió la batuta después de la Segunda Guerra Mundial como la superpotencia que dominaba el planeta en todos los sentidos, aunque tuvo competencia durante la Guerra Fría de un oponente en el ámbito militar, como fue la URSS, aunque con la caída del muro de Berlín, pareciera que Estados Unidos de América tenían ya campo libre, aunque debe decirse ha dominado durante un buen tiempo sin adversarios, ahora la situación geoestratégica parece cambiante, pero no por eso ha dejado de ser un actor influyente en la esfera internacional.

En este escenario global, queremos analizar en pocas líneas, aunque hay que decirlo, el tiempo y el espacio no pueden ser suficientes para abordar la complejidad del tema, no obstante, algo se puede decir con respecto al rol que la diplomacia africana debe jugar en estos momentos, puesto que, África debe despertarse del sueño, debe jugar un papel fundamental en el establecimiento de las reglas de juego que rigen la diplomacia mundial si quiere ser un actor importante que tengan en cuenta en la toma de decisiones.

Siempre que reflexiono sobre la diplomacia africana, lo hago pensando en lo que las cosas deberían ser, porque África tiene en sus manos la balanza, pero que tristemente siempre ha querido caminar como víctima, postura que nunca abogo si se tiene en cuenta los momentos actuales.

Siempre he calificado la diplomacia africana como floja, aunque a muchos analistas y compañeros académicos no les guste, pero me mantengo en esta postura por una simple razón: a pesar de hablar de la Unión Africana en adelante UA, la máxima organización continental carece de una política común exterior bien definida, y eso pasa porque desde el mismo seno de la UA hay decisiones que no se pueden tomar en bloque, y como consecuencia, vemos que e incluso hay instituciones de la UA que para que funcionen necesitan de la financiación de unos terceros, cosa que agua la fiesta.

Alguien puede decir, en qué me baso para llegar a esa conclusión: muy fácil: lo vimos durante la pandemia de la Covid 19 donde Madagascar hizo un experimento, no hubo una voz en bloque para potenciar la investigación y ver hasta qué punto podían caminar juntos, tenían que esperar la respuesta de unos terceros, con donaciones, una vida que quieren llevar eternamente sin ser conscientes de que esas donaciones en diplomacia no son un regalo porque sean buenos samaritanos, a la larga condicionarán muchas políticas de las futuras generaciones.

Cuando abogo porque África se despierte del sueño se debe por varias razones:

África ahora mismo es el espejo en el que casi, si no todas las potencias, la inmensa mayoría de las potencias mira, mercado en el que anhelan exponer sus productos, y como resultado se han aumentado las famosas cumbres bilaterales: Cumbre Francia – África, Estados Unidos- África, Rusia – África. Arabia Saudita – África. Turquía – África, China-África, etc. ¿Cuál es el denominador común?: África.

He empezado diciendo que en la esfera internacional interesa quién dice qué cosa y con qué propósito.  Mi propósito es claro: que África deje de ser vista como un laboratorio. Que se mire a África como un actor importante que debe influir en la toma de decisiones en la esfera internacional, que tenga voz, que tome decisiones dolorosas porque las circunstancias lo aconsejan, que África no siga siendo el basurero donde las potencias echan los residuos, que no siga siendo el continente que da pena para mandar ayuda humanitaria y un largo etcétera.

Es verdad que en mi humilde opinión África está desperdiciando esta oportunidad, pero no es en vano el hecho de que todas las potencias miren a África. Puede que África no utilice la fuerza en sus relaciones con terceros, pero también es verdad que la doctrina del Poder Blando es fundamental para influir en ciertas esferas y podemos aprovechar este poder blando para cambiar un poco la situación.

A las grandes potencias les viene bien que sigamos viviendo de las ayudas, de esta manera mantienen su hegemonía y nos volvemos en todo momento dependientes. Pero si nos hacemos la pregunta, por qué todos miran hacia África, fácilmente nos daríamos cuenta de que no es casual, eso tiene su explicación. Pero para que lleguemos a este nivel, pienso, desde mi humilde punto de vista, que debemos fijar una hoja de ruta bien definida, tener conciencia de pertenencia, compartir valores, y mirar hacia el mismo horizonte, porque si no es así, haremos demasiadas reuniones televisivas y muchas fotos, pero muy poco cambio habrá.

Algunos ejemplos podrían ilustrarnos para ver que la necesidad de Recuerdo cuando el aquel entonces presidente de Senegal y Presidente en ejercicio de la UA Macky Sall se fue a Rusia a verse con el presidente ruso de cuál era la postura de la UA con respecto al conflicto en Ucrania y la necesidad de que hubiese un alto el fuego porque el tema de los cereales golpeaba mucho al mundo, en este tipo de situaciones África debería establecer una política común bien definida y hacerse escuchar en alto en esferas internacionales, eso implica acciones concretas, no meros discursos, debe notarse y sentirlo que esta es la voz de África. Resultado, ni Putin se inmutó. Pero a día de hoy vemos presencia rusa en muchos países africanos que por desgracia creen que Rusia resolverá sus problemas, cosa que no va a pasar ni Rusia pretende mejorar nada sino buscar sus intereses, aplicando la famosa Razón de Estado de Richelieu.

Otro ejemplo muy palpable de que nos queda mucha diplomacia por hacer, es el famoso conflicto RDC – RUANDA, hace pocas semanas atrás que el presidente de Angola se ofreció a remediar entre las partes para encontrar una salida pacífica, los resultados no fueron los más esperados, los representantes del M23 decidieron no acudir a la cita, pero después de que el presidente Donald Trump se ofreciera como mediador, ya todos están dispuestos a sentarse en la mesa de la negociación. Pero pensamos en un Donald Trump samaritano o un estratega en el ámbito de los negocios, porque claramente RDC está llena de recursos del subsuelo lo que hace que otras potencias la codicien como China…

Pues estos dos ejemplos y otros muchos más ponen de manifiesto que nos falta una postura común y determinante.

Deberíamos preguntarnos qué queremos exactamente, qué está fallando, qué tenemos en común, cuáles son los puntos que nos unen y los que nos separan, qué convicciones tenemos y si en realidad tenemos conciencia de pertenencia. La conciencia de pertenencia nos ayudará mucho a velar en todo momento por nuestro continente, anteponerlo por encima de todo, velar por sus intereses por encima de todo, buscar siempre lo mejor. Esa visión y anhelo no podemos esperar que sean unos terceros quienes lo hagan por nosotros. No podemos seguir esperando que sean las grandes potencias quienes vengan a resolver nuestros problemas, prueba de ello, la famosa reflexión del expresidente francés F. Mitterrand a los presidentes de África en la Cumbre Francia – África cuando les recordaba que “… Si esperan ustedes que Francia, Alemania, Estados Unidos o cualquier otra potencia vendrá a resolver vuestros problemas, estáis equivocados porque nadie lo va a hacer. Los africanos deben centrare en resolver sus problemas…” esa afirmación a día de hoy la corroboro.

Ahora ya no sólo se trata de que África tenga la capacidad de resolver sus propios problemas, sino que además si quiere ser un actor importante en la esfera internacional debe poner en marcha una diplomacia efectiva, tener una hoja de ruta bien definida, velar por sus intereses, sentarse en la mesa de los grandes para discutir todos los temas de actualidad y no quedarse con las manos cruzadas y recibir instrucciones que vienen de otras latitudes.

Para ello debe África debe tener el control absoluto de sus recursos, utilizarlos eficiente y adecuadamente de manera tal que vaya en beneficio de su población. De lo contrario, seguiremos durmiendo y nadie nos despertará de este sueño.

Quisiera rememorar las palabras de San Juan Pablo II, quien en su primera visita a África, viendo la situación de precariedad dijo: “Veo alegría en los ojos de mis hermanos africanos, pese a las dificultades, llegará un momento en el que África sorprenderá al mundo”.

En la Diplomacia no existen buenos samaritanos, existen intereses supremos. ¿Cuáles son los de África en el escenario global? ¿Seguir siendo víctimas y vivir eternamente de ayudas? 

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