Luis Gonzalo Mbenga NGUEMA AYINGONO
Graduado en Derecho
Guinea
Ecuatorial, el único país hispanohablante de África subsahariana, enfrenta una
paradoja jurídica: su Código Civil, heredado del colonialismo español y
reformado solo de manera parcial tras la independencia en 1968, sigue en
conflicto con las prácticas consuetudinarias y la diversidad étnica del país.
Esta desconexión no solo genera inseguridad jurídica, sino que también perpetúa
un sistema legal que impone un modelo normativo europeo sobre las tradiciones
locales, marginando a comunidades históricamente invisibilizadas y reforzando
desigualdades estructurales.
Un legado colonial sin adaptación real
El Código
Civil vigente se basa en el modelo español de 1889, con influencias posteriores
del derecho francés. Si bien fue funcional durante la administración colonial,
su permanencia en el siglo XXI revela un problema de fondo: la falta de una
reforma integral que integre el derecho consuetudinario de los pueblos fang,
bubi, ndowe, annoboneses y bisios.
Desde la
independencia, tanto el régimen de Francisco Macías Nguema (1968-1979) como el
de Teodoro Obiang Nguema (1979-actualidad) han mantenido un sistema legal
centralista que no ha promovido un verdadero diálogo intercultural en la
legislación. Este divorcio entre la ley escrita y las prácticas sociales se
agrava por la ausencia de mecanismos claros para el reconocimiento legal de las
costumbres locales. Aunque la Constitución de 2012 menciona en su artículo 13
que "la ley tendrá en cuenta las costumbres y tradiciones del
pueblo", no existe una legislación específica o medidas de acompañamiento
que defina cómo deben integrarse estas normativas al sistema jurídico formal.
Tensiones entre el Código Civil y la realidad sociocultural
Herencia y propiedad familiar. El Código Civil establece principios
de herencia basados en la igualdad formal entre herederos, ignorando por
completo prácticas consuetudinarias como la transmisión patrilineal de tierras
en comunidades fang o el papel de los consejos de ancianos en la distribución
de bienes. En muchas zonas rurales, los conflictos sucesorios se resuelven
mediante arbitraje tradicional, pero cuando estos casos llegan a los tribunales
estatales, las sentencias suelen invalidar los acuerdos comunitarios, generando
desconfianza en la justicia formal.
Además, el
código no reconoce la propiedad colectiva de la tierra, fundamental para etnias
como los bubis, cuya relación con el territorio es comunal y sagrada. Esta
omisión ha facilitado expropiaciones para proyectos diversos sin consulta
previa a las comunidades afectadas, profundizando el despojo territorial y el
malestar social.
Derecho de familia y roles de género. El Código Civil mantiene vestigios
de un modelo familiar patriarcal, pero al mismo tiempo choca con estructuras
matrilineales y sistemas de dote aún vigentes en distintas comunidades. Por
ejemplo:
- En algunas
comunidades ndowe, el matrimonio implica acuerdos entre familias que
incluyen intercambios simbólicos no reconocidos por la ley.
- En caso de
divorcio, el código prioriza la custodia paterna, contradiciendo prácticas
tradicionales donde la madre o la familia extensa desempeñan un rol
central en la crianza.
- Aunque el
código prohíbe la poligamia, esta sigue siendo una práctica extendida casi
por todos los grupos étnicos, lo que deja a muchas mujeres y niños en una
situación de vulnerabilidad jurídica.
Justicia local vs. sistema formal. En muchas regiones, los tribunales
tradicionales —liderados por jefes locales o Mikukuma (autoridades
fang)— siguen resolviendo conflictos mediante el diálogo y la reparación
comunitaria. Sin embargo, el Código Civil no otorga validez jurídica a estas
resoluciones, lo que fragmenta el acceso a la justicia. La falta de
reconocimiento del derecho consuetudinario deja a muchas personas,
especialmente en comunidades rurales, sin mecanismos formales para hacer valer
sus derechos, ya que recurrir a los tribunales estatales supone costos elevados
y desplazamientos a ciudades como Malabo o Bata.
Consecuencias de esta desconexión legal. La falta de armonización entre el
derecho escrito y el derecho consuetudinario genera múltiples efectos
negativos:
- Inseguridad
jurídica: La
coexistencia de dos sistemas no integrados provoca contradicciones,
arbitrariedad y falta de predictibilidad en las decisiones judiciales.
- Marginación
de comunidades rurales: Minorías étnicas ven sus derechos vulnerados por leyes que no
reflejan su identidad ni su organización social.
- Conflictos
por la tierra: La negación
de la propiedad comunal ha derivado en desplazamientos forzados y
protestas, como las protagonizadas por los bubis en Bioko.
- Desprotección
de mujeres y niños: Las
contradicciones entre la ley y las costumbres dejan vacíos legales en
temas críticos como herencias, violencia doméstica o custodia infantil.
Hacia un Código Civil intercultural. Para cerrar esta brecha y construir
un marco normativo más inclusivo, Guinea Ecuatorial necesita:
- Reconocimiento
del pluralismo jurídico: Adoptar una legislación que articule el derecho estatal con el
consuetudinario, siguiendo modelos como los de Sudáfrica o Botswana.
- Reforma
participativa: Involucrar
a líderes tradicionales, mujeres y jóvenes en la redacción de normas que
reflejen la diversidad cultural del país.
- Capacitación
judicial: Formar a
jueces y fiscales en derecho consuetudinario para evitar sentencias
culturalmente insensibles.
- Regulación
de la propiedad colectiva: Crear registros de tierras comunales y prohibir expropiaciones sin
consentimiento libre e informado.
El Código
Civil de Guinea Ecuatorial no es solo un conjunto de normas; es un reflejo de
las tensiones entre un Estado centralista y una sociedad multicultural.
Mientras el país no asuma que las leyes deben servir a su pueblo —y no al
revés—, seguirá gobernando con normas ajenas a su realidad. La reforma del
Código Civil no es solo una necesidad jurídica, sino un acto de justicia
histórica para las comunidades tradicionalmente silenciadas.
Como bien
señala el jurista Rodolfo Sacco: "El derecho debe ser un espejo de la
sociedad, no su camisa de fuerza." Guinea Ecuatorial tiene la
oportunidad de demostrarlo