Hace menos de una
semana tuve el placer de dialogar con uno de mis excompañeros de la carrera de
Ciencia Políticas. Este me propuso participar como invitado en un programa
televiso que han montado, en el cual, culpar a occidente de la desgracia
interna de los países de África subsahariana es el tema principal; además
añadía: “si vienes como invitado, no puedes pensar al margen de lo que
pensamos nosotros, ni puedes decir lo contrario de lo que decimos nosotros…”.
Sorprendente:
Si la opinión pública existe para complacer a
un determinado contingente, es una evidencia más de que hemos alcanzado la
vanguardia del surrealismo. “Es una sinvergüenzada”.
Guinea Ecuatorial guarda una historia
postcolonial de unos 57 años (más de medio siglo), dividido en dos largas
repúblicas (una superando a otra con diferencias). En todo este periodo, el
país ha cocido etapas de bonanzas, donde el petróleo alcanzó su apogeo y pudo
haber hecho de Guinea Ecuatorial un país de grandes referencias en el centro de
África. No fue occidente el que tomaba las decisiones administrativas del país
en este periodo, ni el que manejaba la economía nacional. Seamos claros…
El artículo 1º de
la Ley Fundamental de Guinea Ecuatorial dice lo siguiente: “Guinea
Ecuatorial es un Estado soberano, independiente, republicano, social y
democrático, en el que los valores supremos son la unidad, la paz, la justicia
y la igualdad”. Omitiendo el resto de los utópicos conceptos fundamentales
que se muestran “como el deber ser”, quiero prestar especial atención en la
primera característica que define claramente a Guinea Ecuatorial como Estado
soberano.
¿Qué se entiende
por soberanía? Desde las Ciencias políticas en la teoría del Estado, la
soberanía se concibe «como el principio fundamental que define la autoridad
suprema e independiente de un Estado sobre su territorio, población y gobierno,
sin la interferencia de poderes externos». Entre las dimensiones que posee la
soberanía de un Estado destacaré principalmente la siguiente:
·
La soberanía interna. «Conocida como el poder que tiene un Estado para
gobernar dentro de sus fronteras, establecer leyes, mantener el orden y
garantizar los derechos de sus ciudadanos. Esto incluye la capacidad de tomar
decisiones sobre políticas económicas, sociales y culturales, así como sobre
seguridad y justicia, sin injerencias externas».
Desde esta
perspectiva, culpar a occidente de la terrible y lamentable situación que
atraviesa África Subsahariana o en particular Guinea Ecuatorial, omitiendo la
realidad interna del mal comportamiento de nuestros dirigentes en materia de
humanidad y desarrollo interno, puede ser fruto de una soberana estupidez.
Ningún Estado
europeo condiciona las decisiones internas de los Estados (soberanos)
africanos. Si existe un acuerdo de cooperación entre nuestros dirigentes y
occidente, en el que estos intercambian nuestros recursos por armas, o ven
saludable potenciar y pagar sumas estratosféricas de dinero en la seguridad
exterior con el objetivo de atrincherarse en el poder, y otras lamentables
barbaridades que cometen los líderes africanos, dejando en declive la vida de
sus ciudadanos, no puede ser culpa del occidental. ¡No señor…!
El negro africano
tiene fobia a su hermano; le odia sin motivo aparente. Este odio supera los
límites del umbral de la racionalidad, del sentido común y de la misma
humanidad. No es el occidental el que ha de crear el sentimiento de amor entre
los hermanos africanos, no puede ser culpa del occidental. La cuestión aquí
está clara: hay un juego de intereses, cada uno vela por su bienestar y podemos
mostrar la evidencia: Todo lo que extrae occidente de África, con el
consentimiento de los lideres africanos, lo utilizan para mejorar la condición
de vida de sus ciudadanos; los africanos, al contrario, reportan armas para
matar y someter a sus hermanos, aceptan productos alimenticios de poca calidad
para venderlos y el doble a sus ciudadanos, y así sucesivamente… ¿Es por tanto
el hombre europeo el que toma dichas decisiones en África? Y si así fuera,
¿África está obliga aceptar?
Aquí hay una
terrible paradoja.
Hablan del poder
del imperialismo fomentando un odio innecesario en un país incapaz de alimentar
a sus ciudadanos que no superan la cifra de 1.500.000 habitantes. ¿Qué
periodismo puede hacer un periodista con hambre?
Los grandes payasos
analistas panafricanistas de la televisión pública de Guinea Ecuatorial ¿No es
más fácil abordar y buscar solución en temas elementales que nos afectan en lo
inmediato como: el hambre, la miseria, las injusticias, la falta de empleo,
¿las mentiras y la permanente desestabilidad que vivimos a diario? Os recuerdo
nuevamente que son 57 años de historia, otros países han necesitado menos de
esto para reconstruirse. Miremos, por ejemplo:
·
Alemania, fue uno de los países más perjudicados en la segunda Guerra
Mundial, pero en once años (1949-1960), la economía alemana creció a un ritmo
sin precedentes. Las bajas tasas de inflación, los modestos aumentos salariales
y una cuota de exportación en rápido aumento permitieron recuperar su economía
y generaron una modesta prosperidad.
El otro ejemplo es
Dubái, que en la década de los 90 (momento en el que también se descubre el
petróleo en Guinea), hicieron de su aldea pesquera una emblemática ciudad de
nombre, que a día de hoy es un lugar referente y de lujo para sus habitantes y
para cualquier persona. Ellos, con el mismo recurso que nosotros mejoraron sus
vidas en menos de 15 años. No necesitaron más de medio siglo para seguir
culpando a occidente de su fracaso, al contrario, y en menos de quince años,
salieron de ser un puerto de pescadores a convertirse en una potencia mundial.
Occidente influyó
negativamente en la pretérita historia de África, pero no es responsable
absoluto de la vivencia actual de nuestras sociedades. Culpar a occidente de
nuestra falta de solidaridad, es un discurso que adoptan solo los fracasados.
Erradiquemos
primero el hambre en nuestra sociedad, luego hablaremos de política
internacional. Lo que no se puede seguir aguantando son las mentiras, cuando
los protagonistas de la historia postcolonial de nuestro país somos nosotros, y
omitir este dato desastroso que hemos creado nosotros mismos por falta de
solidaridad, nos hace cómplice a todos.
Occidente no
gobierna Guinea Ecuatorial, por tanto, no es culpable de nada…
Benedicto
MITOGO